Monday, September 10, 2012

Para John M. Bennett por Ivan Argüelles



By Ivan Argüelles


(lo inmenso)

             “el sueño es la fotografía
                    de la muerte” – Carlos Fuentes

desde esta cúpola se ven
todas las ventanas del mundo
cada una con su verbo irregular
cada una con su máscara paranormal
cada una con su jabalí muerto
y cada una con su traje etrusco
pero de esa otra cúpola
que se encuentra nomás en la niebla
de los inviernos transfigurados
los de la nostalgia lejana y griega
se ve nada mas que el único vidrio
del ojo ciclópico de teotihuacán
revoloteando en su mediodía
donde y cuando todo se arde
sin piedad y sin costumbre
donde la via láctea se cruza
con la vejez de los niños defuntos
los que transpiraban sobre
la piedra milenial de los maya
¡aunque uno no sepa porqué!
pero yo digo “sí” cada vez que
me encuentro dentro la música
de la pintura galáctica helada
que se pone en la oreja entera
de la ninfa eco cuyos pechos
submergidos en un sueño
devasatador e imperfecto
me llaman desde su antro
de mitos indescifrables
porque en ese momento preciso
me encuentro también dentro
de lo inmenso que es el caos
del primer pensamiento
el de espuma y enojo sin luz
porque tan furiosamente me
encuentro en lo inmenso
que no hay luna que me dé
sus manos ahogadas para
conducirme hasta la otra orilla
que no hay estrella que me haga
animal de hocico acendrado
en busca de su amor/sombra

no hay planeta tan derrumbado
que no tenga su espejo roto
su otro del tamaño de tinta china
ni su poco de espesura que es
el agua quebrada del pasado
pero a nosotros ¿quien nos arrojó
dentro de esta vida tan frágil
de yerba y rocío sin esperanza?
¿quien nos sacó de ese siglo
cuando vivimos en el útero?
¿para qué seguir caminando
para qué seguir en ese gran “entonces”
donde no se pueden vislumbrar
los otros “pues”? y siempre
llega más tarde el “nunca”
de las vidas paralelas del sal
pero ¿para qué seguir hasta
el puro y mero fin del dia?
¿sin el olfato de la hormiga
qué se sabe del mundo anterior?
hasta las abejas en su infierno
de hielo saben lo poco que
queda de la luz inmemorial
pero de nosotros ¿qué queda
nada sino el ruido de nuestra
caída inefable hacia qué?

día tras día en lo inmenso
que es la arena de los sueños
esa playa infinita de gris queriendo
ser amarillo sin decir nada
del rojo color de los dioses
que se esconden en la piel
del aire para atisbar lo tonto
de los hombres en sus quehaceres
locos e innumerables atravesando
lo inmenso del inconsciente
llamando a veces a un amante
sin nombre a un amante ya
perdido en las redes de la memoria
¿acaso somos seres sin peso?”
¿con qué manos pensar ternura?
vamos caminando postergando
las huellas del porvenir nomás
para encontrar el bulto invisible
de un ayer desconocido y verde
como una torre de hiedra
pulsante con lo inmenso
eso de las historias sin palabras
que se cuentan antes de nacer
a los de la fase inescrutable
de la muerte bailando como
luciérnagas en su cielo de
selvas inmensas y erróneas
una añoranza sin plenitud
¡ese vacío inagotable
lo inmenso!
tantas lágrimas derramadas
para el hermano ausente
el que al doblar la esquina
se fué hacia los mares de luz
en busca de su propio nombre
en busca de su césped
donde lo inmenso
cae de su sombra
más abajo
de todo
lo dicho
y

                                          para john m bennett

09-08-12

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